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Tenemos dones que difieren según la bondad inmerecida que se nos ha dado (Rom. 12:6).
Algunos de los dones que Pablo mencionó —como el don de exhortar y el de presidir— tienen que ver especialmente con los superintendentes cristianos, a quienes se les manda que presidan “con verdadera solicitud” y diligencia. Pablo dice que esa misma diligencia debe percibirse cuando los ancianos sirven de maestros y llevan a cabo su ministerio. ¿Qué es este ministerio? El contexto parece indicar que se trata de “un ministerio” que se realiza dentro de la congregación, a la cual Pablo llama “un solo cuerpo” (Rom. 12:4, 5, 7, 8). Los apóstoles hablaron de un ministerio similar en Hechos 6:4: “Nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra”. Dicho ministerio consiste en fortalecer a los miembros de la congregación. Así es, los superintendentes se ocupan “en este ministerio” al darles guía e instrucción bíblica. Y lo que les ayudará a enseñar y pastorear al rebaño es el estudio, la oración y la investigación. w09 15/10 1:4, 5
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