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¿De qué provecho le es al hombre ganar todo el mundo y pagarlo con perder su alma? ¿Qué, realmente, daría el hombre en cambio por su alma? (Mar. 8:36, 37.)
Sabemos que Jesús no vino a la Tierra para darnos salud, dinero y una larga vida en este mundo. Vino para ofrecernos la oportunidad de vivir para siempre en un nuevo mundo, algo de mucho más valor para nosotros (Juan 3:16). Así, cuando el cristiano lee la primera pregunta de Jesús, seguramente la entiende de la siguiente manera: “¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo y pagarlo con perder la posibilidad de vivir para siempre?”. La respuesta es evidente: no le sirve de nada (1 Juan 2:15-17). La segunda pregunta de Jesús la podríamos plantear así: “¿Qué sacrificios estoy dispuesto a hacer para vivir en el nuevo mundo?”. La respuesta se hace patente por nuestra forma de vivir y demuestra si nuestra esperanza es sólida o no (compárese con Juan 12:25). w08 15/10 5:3, 4
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