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Los ojos de Jehová están sobre los justos, y sus oídos están hacia su ruego (1 Ped. 3:12).
Durante la última parte del asedio de Jerusalén por los babilonios, Jeremías estuvo preso en el Patio de la Guardia. ¿Cómo obtendría el alimento? Dependía por completo de los hombres que estaban a su alrededor, la mayoría de los cuales lo odiaban. No obstante, Jeremías confiaba en Dios —quien le había prometido cuidarlo— y no en los hombres. ¿Cumplió Jehová su palabra? Claro que sí, pues se encargó de que el profeta recibiera diariamente “un pan redondo [...], hasta que todo el pan de la ciudad se agotó” (Jer. 37:21). Jeremías, al igual que Baruc, Ébed-mélec y otros fieles, sobrevivió a ese período de hambre, enfermedad y muerte (Jer. 38:2; 39:15-18). ¿Le infunde seguridad saber que los ojos de Jehová velan por su bienestar? En tal caso, no deje nunca de caminar con él, sin importar lo que depare el futuro. Tenga la certeza de que Jehová siempre mantendrá sus ojos paternales sobre los que le sirven lealmente (Sal. 32:8; Isa. 41:13). w08 15/10 2:18, 19
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