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Sigue viviendo (Gén. 20:7).
Dado que Jehová puede ver los corazones, trata con consideración incluso a quienes no son creyentes. Fijémonos en el caso de Abimélec, rey de la ciudad filistea de Guerar. Ignorando que Sara estaba casada con Abrahán, la tomó con la intención de hacerla su esposa. Sin embargo, antes de que fuera más allá, Jehová le dijo en sueños: “He sabido que has hecho esto en la honradez de tu corazón, y también estaba deteniéndote de pecar contra mí. Por eso no te permití tocarla. Pero ahora, devuelve la esposa del hombre, porque es profeta, y él hará súplica por ti. Así que, sigue viviendo” (Gén. 20:1-7). Si lo hubiera querido, Jehová podría haber castigado con dureza a Abimélec, quien adoraba dioses falsos. No obstante, sabía que en esa ocasión el rey había actuado de buena fe. Por ello, a fin de que siguiera viviendo, le indicó misericordiosamente lo que debía hacer para recibir su perdón. ¡Qué placer adorar a un Dios así! w08 15/10 1:4, 5
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