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Yo les he dado a conocer tu nombre (Juan 17:26).
Ya desde niño, Jesús fue un modelo de humildad. Aunque lo criaron José y María, que eran imperfectos, “continuó sujeto a ellos” (Luc. 2:51). De adulto, Jesús demostró su humildad anteponiendo la voluntad de Jehová a la suya (Juan 4:34). Durante su ministerio empleó el nombre divino y ayudó a las personas de buen corazón a conocer con exactitud las cualidades de Jehová y su propósito para la humanidad. Además, Jesús vivió de acuerdo con lo que enseñaba sobre Dios. Por ejemplo, comenzó la oración modelo diciendo: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mat. 6:9). De ese modo subrayó que lo principal es la santificación del nombre de Jehová. Además, siempre le dio a Jehová el mérito por todo lo que logró cuando estuvo en la Tierra (Juan 5:19). w12 15/11 2:7, 8
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