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El amor nunca falla (1 Cor. 13:8).
El amor es una necesidad esencial del ser humano. Pero lo cierto es que en estos últimos días cada vez es más raro encontrar personas que de verdad amen a Dios y al prójimo. Como predijo la Biblia, la mayoría de los hombres son “amadores de sí mismos”, “amadores del dinero” y “amadores de placeres más bien que amadores de Dios” (2 Tim. 3:1-5). La Palabra de Dios nos advierte que podemos dirigir mal nuestros afectos, y nos explica qué sucederá si caemos en ese error (1 Tim. 6:9, 10). En el caso de un compañero de Pablo, llamado Demas, su perdición fue el apego al mundo (2 Tim. 4:10). Este es el mismo peligro contra el que nos pone en guardia el apóstol Juan (1 Juan 2:15, 16). Está claro que es imposible amar a este mundo pasajero y sus cosas, y al mismo tiempo amar a Dios y lo que procede de él. Es verdad que no somos parte del mundo, pero vivimos en él, y corremos el peligro de adoptar sus opiniones distorsionadas o erróneas acerca del amor. w09 15/12 4:1-3
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