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Al orar, no digas las mismas cosas repetidas veces, así como la gente de las naciones, porque ellos se imaginan que por su uso de muchas palabras se harán oír (Mat. 6:7).
Jesús no quiso decir que nunca pudiéramos repetir expresiones sinceras de agradecimiento o súplica, pues la noche antes de morir, él mismo oró vez tras vez en el jardín de Getsemaní “diciendo la misma palabra” (Mar. 14:32-39). Lo malo sería que imitáramos las oraciones repetitivas que hace “la gente de las naciones”, es decir, quienes no adoran a Jehová. Ellos recitan “repetidas veces” interminables frases aprendidas de memoria. Así lo hicieron en la antigüedad los adoradores de Baal, quienes invocaron en vano a ese dios falso “desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ‘¡Oh Baal, respóndenos!’” (1 Rey. 18:26). Hoy día, millones de personas hacen oraciones repetitivas y recargadas, pensando que así “se harán oír”. Pero Jesús muestra que a Jehová no le agrada el “uso de muchas palabras” ni las oraciones largas y mecánicas. w09 15/2 3:8, 9

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