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Resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que ellos vean sus obras excelentes y den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos (Mat. 5:16).
Hay quienes le dan gloria a Dios y se hacen sus siervos debido a nuestras obras excelentes. Saber esto es sin duda un poderoso incentivo para continuar resplandeciendo “como iluminadores en el mundo” (Fili. 2:15). En vista de que somos “la luz del mundo”, debemos predicar el Reino y hacer discípulos (Mat. 5:14). Pero hace falta algo más. El apóstol Pablo lo expresó así: “Sigan andando como hijos de la luz, porque el fruto de la luz consiste en toda clase de bondad y justicia y verdad” (Efe. 5:8, 9). Nuestra conducta siempre debe demostrar que servimos a Dios. Así es, debemos seguir este consejo del apóstol Pedro: “Mantengan excelente su conducta entre las naciones, para que, en la cosa de que hablan contra ustedes como de malhechores, ellos, como resultado de las obras excelentes de ustedes, de las cuales son testigos oculares, glorifiquen a Dios en el día para la inspección por él” (1 Ped. 2:12). w08 15/5 1:12, 15, 16
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