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Acuérdate, ahora, de tu Magnífico Creador en los días de tu mocedad (Ecl. 12:1).
Todos queremos que nuestros hijos reciban una buena educación para que puedan abrirse paso en la vida. Y más importante aún es que con tal educación estarán mejor preparados para leer y comprender las Escrituras, llegar a conclusiones lógicas, resolver problemas y enseñar las verdades bíblicas de una manera clara y convincente. Obtener una buena educación exige tiempo, pero es tiempo bien invertido. ¿Y qué se puede decir de la educación superior que se imparte en las universidades? Un buen número de jóvenes que estudian en la universidad terminan con la mente llena de ideas nocivas. Además, en el caso de los cristianos, se desperdician años valiosos de la juventud que podrían emplearse mejor sirviendo a Jehová. No parece coincidencia que en los países en los que es común que la gente curse estudios superiores se crea cada vez menos en Dios. Por eso, en vez de buscar seguridad en los sistemas de educación avanzada de este mundo, los cristianos depositamos nuestra confianza en Jehová (Pro. 3:5). w08 15/4 1:9, 10
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