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Dios escogió las cosas débiles del mundo (1 Cor. 1:27).
Si le resulta difícil conducir un estudio bíblico, pídale a Dios que le dé sabiduría y espíritu santo, y busque un compañero de experiencia con el que se sienta seguro. ¿Y cómo podemos superar el temor al fracaso? Debemos recordar que el que alguien acepte la verdad no depende solo del maestro. No es como preparar una comida, cuyo éxito depende de una sola persona: el cocinero. En realidad, en la labor de hacer discípulos hay por lo menos tres partes implicadas. Por un lado está Jehová; él se encarga de lo más importante: atraer a las personas (Juan 6:44). Por otro lado, nosotros y los demás hermanos hacemos todo lo posible por enseñarle la verdad al estudiante y ayudarlo a progresar (2 Tim. 2:15). Y por último, el propio estudiante tiene que poner en práctica lo que aprende (Mat. 7:24-27). Es verdad que nos sentimos desanimados cuando alguien deja de estudiar la Biblia, pues siempre esperamos que los estudiantes decidan servir a Jehová. Pero sabemos que cada cual “rendirá cuenta de sí mismo a Dios” (Rom. 14:12). w09 15/1 2:17, 18
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