Cargando..
Tenemos este tesoro en vasos de barro, para que el poder que es más allá de lo normal sea de Dios y no el que procede de nosotros (2 Cor. 4:7).
De seguro todos reconocemos que el éxito de la obra mundial de predicación no se debe a la sabiduría o al poder de los hombres, sino al espíritu de Dios (Zac. 4:6). Pues bien, lo mismo se puede decir del ministerio de cada uno de nosotros. Pensemos en el caso del apóstol Pablo. Él escribió lo siguiente sobre una ocasión en la que él y otro misionero fueron maltratados por opositores: “Después de primero haber sufrido y de haber sido tratados insolentemente [...] en Filipos, cobramos denuedo por medio de nuestro Dios para hablarles las buenas nuevas de Dios con mucho luchar” (1 Tes. 2:2; Hech. 16:22-24). Parece increíble que hubiera ocasiones en que a un evangelizador tan celoso como Pablo le costara trabajo hablar de las buenas nuevas, pero es cierto. Al igual que nosotros, Pablo necesitaba el apoyo de Jehová para predicar con valor (Efe. 6:18-20). ¿Imitamos su ejemplo? w08 15/7 2:4
0 comentarios:
Publicar un comentario